La cocina es un arte que combina tradición, técnica e innovación. En la trayectoria de Juan Regis, chef con más de seis décadas de experiencia, estos valores han sido la clave de su éxito. Desde sus inicios entre los fogones familiares hasta su trabajo con la realeza y su compromiso con la recuperación de productos autóctonos como la Gallina Murciana, Regis ha demostrado que la excelencia gastronómica se basa en la calidad de los ingredientes y el respeto por la cocina tradicional.
Un legado familiar y la pasión por la gastronomía
Desde los cinco años, Juan Regis supo que su destino estaba en la cocina. Creció en una familia dedicada a la gastronomía en Puigcerdá (Girona), donde su abuelo y su madre le transmitieron la importancia del trabajo bien hecho y el respeto por los productos locales. A los siete años ya preparaba guisos y disfrutaba del proceso de cocinar tanto como del de limpiar.
Con solo nueve años, tuvo la oportunidad de trabajar en Maxim’s, uno de los restaurantes más prestigiosos de París. Allí aprendió disciplina, técnicas de cocina avanzadas y la importancia del respeto por la mesa. Este aprendizaje lo llevó a trabajar en hoteles de la región, en Andorra y en distintos puntos del mundo, combinando su formación con la experiencia directa en la cocina.
De la Armada a la alta cocina: la búsqueda de la perfección
La vida de Juan Regis dio un giro cuando, al hacer el servicio militar en Cartagena, fue seleccionado para trabajar en la Casa del Almirante. Su talento y dedicación lo llevaron a servir a la Casa Real, embarcando durante ocho veranos en el Giralda, donde atendió a Don Juan de Borbón y al Rey Juan Carlos. En este periodo, perfeccionó su capacidad para adaptar la cocina a las necesidades de cada comensal, algo que hoy es fundamental en la gastronomía personalizada y de calidad.
En 1981, fue reconocido con la Gran Cruz al Mérito Naval por su labor en la organización de la Crisis del 81 en Garrucha. Durante todos estos años, aprendió que la cocina no es solo técnica, sino también conocimiento y sensibilidad.
El compromiso con el producto local: Pujante y la Gallina Murciana
Con la experiencia acumulada, en 1991 abrió su primer restaurante, La Dehesa, en el Club Hípico Maipe. Allí apostó por la cocina de fondo, con salsas de larga reducción y productos de alta calidad. Posteriormente, en Los Dolores, evolucionó su concepto hacia la arqueococina: una cocina antigua, sin aditivos, basada en productos naturales y regionales.
Juan Regis está involucrado en la recuperación de la Gallina Murciana, un proyecto que comparte con la Universidad Politécnica de Cartagena de Cartagena (UPCT) y diversas instituciones. Este producto autóctono, con características excepcionales en su carne y huevos, ha sido una de sus grandes apuestas gastronómicas.
Desde nuestra empresa avícola, Pujante, hemos colaborado en este proceso, como una pieza más, colaborando en el programa de 7TV Oro Molío, que ha revalorizado la Gallina Murciana y ha generado un impacto positivo en la gastronomía y en la producción avícola sostenible. Gracias a esta iniciativa, se ha logrado rescatar una especie con más de 100 años de historia, garantizando su calidad y su integración en la cocina moderna.

La cocina como transmisión de cultura y conocimiento
Para Juan Regis, cocinar no es solo un acto de creación, sino también de transmisión. Su hijo sigue sus pasos, y en su restaurante se apuesta por el sabor auténtico, aquel que evoca recuerdos y emociones. Platos como los canelones, el pollo Pujante Plus con almendras o la caldereta de rape son ejemplos de cómo la cocina puede unir tradición e innovación.




A sus 67 años, Regis sigue trabajando como Técnico en Seguridad Alimentaria en la Armada y mantiene su pasión por la gastronomía. Su próximo objetivo es estudiar nutrición para seguir evolucionando y aplicando nuevos conocimientos a la cocina.
La historia de Juan Regis es la prueba de que la calidad y el respeto por el producto son la base de una cocina excepcional. Su trabajo con la Gallina Murciana y su colaboración con nuestra empresa, Pujante, reflejan su compromiso con la recuperación de sabores auténticos y la sostenibilidad. Porque, al final, la cocina es humildad, conocimiento y, sobre todo, el arte de vender felicidad.